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aldadis.net

nº1 mayo de 2004

 

 

Tipología del alumnado de árabe de una EOI.

 

 

J. David Aguilar Cobos.

 

Cuando llega el mes de abril, uno, como docente de una Escuela de Idiomas, se pregunta, entre otras cosas ¿cuánta gente querrá estudiar árabe el curso que viene? ¿Qué será lo que les ha motivado para matricularse en árabe? ¿Por qué eligen árabe y no otro idioma? Estas preguntas tienen muchas y variadas respuestas, que en el mes de Octubre, cuando comienzan las clases, descubrimos; algunas, respuestas lógicas, otras esperadas, pero siempre hay alguna que nos sorprende. Todas las respuestas, en principio, por muy dispares que sean, son validas, pero siempre hay alguna respuesta que cuando empieza el curso y a medida que éste transcurre van siendo descartadas.

 

El aumento de la demanda de personas que quieren estudiar árabe en una Escuela de Idiomas es significativo año tras año. Uno de los motivos de esta demanda es, evidentemente, nuestra proximidad geográfica a países de lengua árabe como Marruecos y Argelia, sobre todo en Andalucía donde existen mayor número de Escuelas en las que se imparte lengua árabe (Almería, El Ejido, Málaga, Marbella y Vélez-Málaga). Entre la población de esta Comunidad Autónoma está creciendo el interés por aprender la lengua de estos países vecinos concienciada de que una gran parte de la población inmigrante proviene del norte de África y en especial de Marruecos y Argelia. Esto hace aflorar un sentimiento de solidaridad hacia estos inmigrantes, procurando darles una trato cordial y afable, y que mejor manera de demostrarles nuestra hospitalidad que aprendiendo su lengua. Este es el caso de la mayoría del alumnado de una Escuela de Idiomas, que abarcan un amplio abanico de profesiones y empleos relacionados con el sector servicios y sectores de primera necesidad para los inmigrantes. No es casualidad que la mayoría de los alumnos sean profesores y maestros, pues ellos son los primeros que reciben a los hijos de los inmigrantes en nuestras escuelas. Otro grupo relevante es el personal sanitario y de atención social, y cada vez más encontramos en el aula gente relacionada con el mundo de los negocios y la jurisprudencia (banqueros, empresarios, abogados,...). Las respuestas de estos individuos a los interrogantes planteados anteriormente, son lógicas y naturales: cubrir las necesidades que requiere esta comunidad de inmigrantes, y así conseguir una satisfacción personal por el desempeño de sus funciones.

 

Cierto es que ésta sería la gran motivación que de manera transversal une al alumnado y que dentro de este parámetro, siempre hay alguien que además sacará partido, en el ámbito académico o administrativo, del título que se obtiene en la Escuela de Idiomas (puntos para bolsas de trabajo, concursos de traslados, certificación oficial del conocimiento del idioma para el Curriculum Vitae, etc.), siendo esto otra de las respuestas lógicas y lícitas para el estudio en una Escuela Oficial de Idiomas.

 

Hasta aquí las respuestas serían esperadas, pues son respuestas funcionales, dotadas de un sentido de utilidad, que es en mayor o menor medida por lo que la mayoría de la gente hace las cosas. Pero también existen alumnos que simplemente quieren estudiar árabe por mero placer. Son personas para las que el título que puedan obtener no tiene ninguna validez ni significación, que estudian por estudiar, para saber, que puede ser que nunca pongan en práctica lo aprendido en clase y creo que es esto algo que diferencia al árabe de otros idiomas, pues estos alumnos son, en general, los que realmente hacen gratificante el trabajo del docente pues piden conocimientos[1].

 

No está demás, advertir en este punto que ninguna de las motivaciones es exclusiva, es decir, que en un mismo alumno se pueden encontrar diferentes razones por las que quiere estudiar árabe. Como ya he dicho, las anteriores son las más comunes y corrientes, y también, como dije al principio, hay algunas que nos sorprenden. Estas son las más interesantes.

 

En el momento en el que vivimos la interculturalidad de nuestras calles, nuestros barrios, está latente. Quien más o quien menos conoce a algún inmigrante de origen árabe, y quien más o quien menos se interesa por su cultura y su lengua desde una posición cordial. Por esto algunos alumnos quieren estudiar árabe, para aprender la lengua de algún amigo y entender un poco más su cultura. Y es aquí donde reside el problema de la frustración: “el árabe que se estudia en la Escuela de Idiomas no es el árabe que mi amigo Muhhamad me enseña”.

 

Efectivamente, algunos alumnos vienen con ese interés, el de comunicarse con sus amigos inmigrantes del Norte de África, y cuando llegan a la escuela y comienzan a aprender las primeras palabras, palabras básicas de la vida cotidiana, siempre dicen: “eso no es así, mi amigo me ha dicho que es de tal forma”. Entonces el profesor debe advertir de la cuestión de la diglosia y bilingüismo del mundo árabe y especialmente del Norte de África.

 

El árabe es una lengua común a una vasta extensión geográfica que abarca desde Irak hasta Mauritania, incluyendo todos los países de la Península Arábiga, la cuenca oriental y sur del Mediterráneo, Sudán, Yibuti y Somalia, por lo que la cantidad de población hace que la lengua árabe sea una de las lenguas más habladas del mundo. Asimismo, por esta cantidad de población y esta gran extensión geográfica, es natural que proliferen múltiples variedades dialectales, pero sin embargo la quietud que le proporciona ser la lengua del Corán, ha favorecido la aparición del hecho lingüístico llamado diglosia, y frenando la evolución natural de los dialectos que se hubieran convertido en lenguas independientes. El resultado de esta situación se refleja en que la lengua escrita y reglada que une a estos hablantes es la misma en cualquier parte del territorio, y por el contrario en la lengua de uso cotidiano existen cantidad de diferencias dependiendo de si el hablante procede de un país u otro, de una región u otra, de una ciudad o de un pueblo, pero siempre será la misma lengua. No obstante la lengua árabe escrita es por su carácter la lengua oficial de la burocracia y ámbitos administrativos, la lengua de la cultura y la educación, la lengua de la prensa y los medios de comunicación.

 

En las Escuelas de Idiomas el árabe que se enseña es este árabe oficial o moderno que se nutre, por supuesto, del árabe del Corán y de la literatura antigua o árabe clásico, pero no es el árabe dialectal que cualquier hablante nativo emplea en registros familiares y cotidianos. Por este motivo, muchos alumnos que intentarán comunicarse con áraboparlantes tienen que tener en cuenta el nivel de conocimiento del interlocutor de esa peculiaridad lingüística y saber distinguir entre árabe culto-moderno y árabe dialectal.

 

Por otro lado, hay que advertir de que en la extensión geográfica, mencionada anteriormente, la lengua árabe no es única y exclusiva, sino que el árabe convive con diversas lenguas autóctonas en muchas zonas y que en algunos casos no tienen nada que ver con lo que es lengua árabe (clásica, moderna o dialectal). Es el caso de los dialectos beréberes del Norte de África, lenguas que existían antes de la llegada del Islam y que coexisten actualmente dando lugar al fenómeno conocido como bilingüismo. Este hecho, también es importante tenerlo en cuenta en el momento de desarrollar una situación comunicativa con un interlocutor que pueda fundir las dos lenguas, y que si el interlocutor tiene en cuenta la aclaración del párrafo anterior, sabrá distinguir perfectamente entre las diferentes variables que influirán, para que el proceso comunicativo sea completado con éxito con un estudiante de árabe de una Escuela de Idiomas.

 

Es curioso también encontrarse en las Escuelas Oficiales de Idiomas gente interesada por la cultura árabe. Sin embargo, existen alumnos que vienen a que se les enseñe algo sobre religión islámica, que confunden con cultura árabe, o a complementar las enseñanzas que hayan podido recibir. No está demás, en este momento que vive la sociedad donde se debate la posición de la enseñanza de la religión dentro del sistema educativo español, advertir que el árabe es en verdad la lengua del Corán, pero que existen grandes comunidades de áraboparlantes cuya creencia religiosa no es el Islam (Cristianos, Judíos, Coptos, Drusos,...), por lo que desde la enseñanza científica de la lengua debemos distanciarnos, en cierta medida, de lo que son los aspectos religiosos. Esta justificación también provoca en algunas ocasiones un sentimiento de frustración y abandono por parte de los alumnos que tenían estos intereses.

 

Después de esta visión, amplia, de la tipología del alumnado de árabe de una Escuela de Idiomas, no debo terminar sin decir que sea cual sea el motivo por el que se quiera aprender, una lengua o cualquier otra disciplina, éste siempre deberá ser tenido en cuenta y nunca despreciado, pues el mero hecho de aprender siempre es positivo.


 

[1] En árabe una de las palabras para designar al alumno o estudiante es طالب  que significa literalmente “el que pide”.

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